miércoles, 7 de septiembre de 2011

Para el entierro

 Es egocéntrico pensar cuál canción sonará el día nuestro entierro, pero pensándolo bien no es una mala práctica, independiente a la edad que eso ocurra, yo quiero que suene "Gloria" de Patti Smith, porque cuando  me vaya con la muerte seré como Gloria, la chica cool que camina por la calle, sube la escalera y se entrega a su hechizo.


http://www.youtube.com/watch?v=pNajiFY1AUc

viernes, 15 de julio de 2011

sábado, 9 de julio de 2011

Sobre los Clichés

No soy un cliché, y si fuera uno, sería uno inspirado en una película de Godard, no en una película gringa que recicla clichés y le ponen una pizca de Disney.
Podría susurrarte que me gustas mucho, pero no, no soy un cliché de los que tu conoces. Nuestro problema es de citas y referencias, sumado con un poco de tu imposibilidad de ver más allá de tu nariz.

jueves, 7 de julio de 2011

Por si alguna vez lo olvido

 Tengo que sacarme del sistema una idea:

Yo no sería ni la mitad de persona que soy, si mis padres no me hubiesen entregado recuerdos de infancias como este:
Cinco años, peñas familiares en la casa de San Miguel, mis tíos y amigos de mis papás, todos con sus instrumentos y sus voces, cantando las canciones que estaban prohibidas, porque los milicos desconfiaban de todo lo que fuera “andino”. Y puedo recordar como sentía la felicidad envolvente cuando cantaban: “Pregón para iluminarse”, porque ellos querían que se bailara en las calles, y se alumbrara la tierra negra, y que el amor chorreara de los escritorios.

sábado, 2 de julio de 2011

Devaneo

Por qué cuando establecemos un lazo con la personas desarrollamos inconscientemente el sentido de pertenencia; qué será que nos conduce a pensar que otra persona debe tener su atención dirigida directamente a nosotros, o que es una transacción -si te doy beso debes hablarme todos los días- .
La exclusividad no existe, las personas no son objetos que se obtienen y se guardan, son seres independientes con sus propias voluntades, una relación funciona cuando ambos tienen sus voluntades dirigidas al otro, y esas son decisiones tomadas desde la individualidad. Así que dejaré de desvelarme pensando que estas abrazando por la espalda a otra, porque un valor humano es la libertad y yo lo deseo para mí y para otros… aunque, una parte de mi, ansíe ser la abrazada.

jueves, 23 de junio de 2011

Please signing: Banksy.

Banksy es un artista británico de la ciudad de Bristol, del que se desconoce su verdadera identidad, pero su trabajo está lejos del anonimato. Ha colaborado, recientemente, en la apertura de los Simpsons, por lo que puede que Matt Groening sepa quién es –aunque, a pesar de las barreras que rompe la tecnología, quizás solo se intercambiaron unos e-mails con información y archivos adjuntos-. El misterio de su imagen y nombre real causan tanto morbo, que algunos pillos venden en e-bay su identidad, aunque la leyenda dice que hace mucho, mucho tiempo, el periódico londinense The Sun la reveló 
.
El trabajo de Banksy consiste en la técnica del graffiti y el stencil. La primera la desarrolla desde los años 80’, mientras que la segunda desde los 90’. Los diseños varían, pero su sustrato es la oposición hacia todo lo establecido e institucionalizado. Principalmente, son tres las formas en que se manifiesta:


1. El seudónimo y ocultamiento de su identidad real.


2. El realizar su arte en las paredes de la ciudad, las cuales son de dominio público.


3. Elegir imágenes que desarticulen o desautoricen los discursos establecidos.


El seudónimo


El uso de seudónimo es un artificio similar al de la máscara: oculta lo real y entrega una imagen verosímil. El nombre Banksy, con el cual firma en las paredes de la ciudad, corresponde a su marca y junto a sus grafitis son el registro de su persona, o mejor dicho, es la marca del personaje, como la Z de El Zorro. El uso de su marca-máscara es una forma de oponerse a las nociones de arte que ha desarrollado el mercado, donde el artista como persona, con nombre y apellido, son lo transable. Mucho más allá de su trabajo y su poética.


Las Paredes


Elegir los muros de la ciudad para realizar su arte es una manera de superar los límites, aquellos determinados por el lienzo y la pared del museo o galería. Hace que el trabajo del artista no pertenezca ni a sí mismo, ni a un grupo selecto; es de todos aquellos que caminen por las calles del barrio, no tienen que pagar entrada, ser invitados o comprar la obra. Quizás esto último sea uno de los temas más polémicos: el dibujo en el muro. El arte callejero no es intercambiable en el mercado, debido a su tamaño y soporte. No obstante, los “dueños” de aquellas paredes, cuando el tamaño se los ha permitido, han sacado el pedazo, lo han protegido y vendido por e-bay, en una macabra maniobra que lleva al mercado un “producto” que nunca fue creado con ese objeto. Quizás cansado de que otros le ganen el quién vive, Banksy ha comenzado a exponer en museos y ha realizado imágenes por encargo a cambio de dinero.


Desarticular el discurso establecido


La desarticulación o desautorización del discurso establecido no sólo se presenta en la oposición al mercado y a las nociones de arte que maneja la academia. También se evidencia en los dibujos realizados, en los que se podría reconocer dos tipos: primero, aquellos en que traza figuras humanas, por lo general niños, que representa un sentimiento o un hecho; y segundo, la repetición del dibujo de una rata gigante, que a veces tiene un mensaje que la acompaña. Profundizaremos estos puntos:
Con respecto a las ilustraciones de niños, entre los ejemplos que se establecen están los que demuestran un sentimiento, como el dibujo de un niño al que se le escapa su paragua o una niña bajo la lluvia mirando el cielo; en ambos casos el niño está solo, son pintados en blanco y negro, y hay algo en sus miradas o gestos corporal que entrega la sensación de abandono o desamparo. Son niños, que de manera sugerente, dicen algo de la sociedad actual, que ha olvidado palabras como empatía o solidaridad.


En el caso de los dibujos animados infantiles que representan un hecho, quizás el más directo y controversial es la réplica de la niña de Hiroshima acompañada por Ronald McDonald y el ratón Mickey. Esta pareja icónica de la cultura norteamericana, es puesta en nuevo contexto, abandonan su espacio seguro y de proyección positiva, para recordarle al mundo que ambos provienen del país que realizó uno de los crímenes más terrible a los derechos humanos.


En relación a la imagen de la rata, en las ocasiones que se presenta con un mensaje, suele ser de denuncia política. Siendo la más conocida una que lleva un cartel de anarquía, concepto recurrente en el trabajo de Bansky, no sólo gráficamente sino que en su poética; es anarquía de parte de él intentar trabajar fuera de la lógica del mercado, poniendo en duda los límites de arte y planteando la discusión de si el stencil y el grafitti pueden considerarse como tal. Además, la imagen de la rata, como concepto­, puede representar la anarquía desde la perspectiva de los outsiders, es decir, como personas que conviven con la gente pero lo hacen de manera oculta y siendo repudiados por esa misma sociedad. El mismo Bansky cumple con dicho perfil al ocultar su verdadera identidad, apareciendo y despareciendo como lo hacen las ratas, y trabajar sin ser visto u oculto en su ropa ancha y capuchón.


Ahora bien, si en sus inicios los pensamientos anárquicos eran el motor de Banksy, es evidente que, con el tiempo, este planteamiento se ha hecho insostenible. Se le acusa de someterse al mercado, de entregarse al sistema. Lo mismo ocurre con su carácter de outsider, pues todos hablan de él, quieren saber quién es, cómo es, o conocer el bar dónde toma su cerveza.


Este misterioso y polémico personaje ha salido de los límites de Bristol y se ha esparcido por otros países. Sus stencils y gratiftis pueden encontrarse en ciudades como Belén, New York, Los Angeles (donde ha atacado en víspera de la entrega de los premios de la Academia) o incluso en Valparaíso. Pero, ¿será el mismo Banksy quién los ejecuta?, ¿será una sola persona, o se trata de un colectivo agrupado bajo un nombre? Quién sabe. Aunque, en lo personal, me gusta pensar en esta idea a lo V de Vendetta, todo el que quiera ser Banksy debe ponerse una máscara –en su caso pantalones anchos y un polerón de capucha–. Lo que sí es claro es que se trata de la construcción de una leyenda viviente, del desarrollo de un discurso antisistémico que se toma e invade las paredes de la ciudad, y de la encarnación de una de las máximas contradicciones que ha vivido el arte contemporáneo por años, por décadas, quizás hasta por siglos: su relación con el omnipotente mercado, que todo lo traga, lo fagocita y lo asimila de acuerdo a su lógica, y de la cual ni siquiera una propuesta desarticuladora puede escapar.

Instrucciones para dejar notas en los asientos de medios de transporte.

Se necesita lápiz indeleble.
Inventar una frase ocurrente, o que por lo menos le saque una sonrisa a alguien.

Yo no soy de las que se rinden
Yo no soy de las que abandona la lucha
Yo no soy de las que buscan evasión
Pero hoy
Hoy me importa un pico
Hoy prefiero ser soldado y servir para otra guerra
Hoy me tomo litros de olvido en vodka